Santa Tere es sinónimo de domingos de tianguis, desayunos en el mercado, telas, chucherías, artículos para el hogar, quesadillas fritas y los biónicos más famosos de por acá, los de Las Titas. Lo que pocos saben es que se trata de un barrio al poniente de la Ciudad con un 39 por ciento de familias económicamente activas gracias al trabajo de las mujeres del hogar.
El barrio está lleno de pequeños negocios familiares, muchos de ellos con décadas de presencia en la zona. Pero el principal punto de convivencia es el Mercado de Santa Tere, menos conocido por su nombre oficial, “Manuel Ávila Camacho”, un recinto inaugurado hace más de 60 años por el presidente Miguel Alemán. Hoy, decenas de mujeres trabajan ahí: las santas de Santa Tere. Amasan, fríen, exprimen limones, degollan pollos, apelmazan pechugas, pesan adoberas y reparten frijoles en platos de cerámica a los comensales que todos los días acuden a saciarse con alimentos hechos in situ.
La vida del barrio invita a caminar, comprar y tomarse una nieve de limón refrescante. Sus rincones son propicios para comer rico y económico, de ahi que se organicen recorridos gastronómicos a pie, visitando tendejones, cenadurías, tradicionales tortas ahogadas y mesas que se distinguen por su toque tradicional: desde Kamilos 333, Karne Garibaldi, las tostadas de Don Ramón, Tortas Beto y La Gorda.
Caminando un poco más, puedes adentrarte al barrio de la Capilla de Jesús, conocido por sus Ricos Tamales y la arquitectura del Mercado IV Centenario, un inmueble de estilo neoclásico enclavado en la calle Garibaldi, entre Cruz Verde y Angulo. Si llegas ahí, no puedes dejar de probar el tejuino de “Don Marce” y pasar por unas tortitas de camarón de la cocina de los Hermanos Valenzuela.