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Tortear a mano con Pedro Infante

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Guadalajara no ha renunciado al sabor puro de maíz y la textura “pachona” de los que solo la tortilla hecha a mano puede presumir.
Ahí está la Tortillería Quetzal: guerrera a la defensa del proceso artesanal.
“Vienen desde Chicago o Mayami a comprarlas. Es más, hay gente que nos compra y se las lleva para revenderlas más caras. La hemos cachado, pero, ¿qué le hacemos? Nada, venderle. No hay más”, alega Gerardo, su dueño.
El local, instalado hace cuatro años, no puede ser más kitsch: en sus muros destacan un cuadro de Pedro Infante, una obligada Virgen de Guadalupe con velas y un enorme círculo de madera tallada que representa el juego de pelota de las culturas precolombinas. Repartidas por el establecimiento: Magos, Sara y Angelita, expertas en el inmenso comal.
“Las otras tortillas las hacen con masas nixtamalizadas, con harinas. Nosotros usamos agua pura, maíz puro y manos de chambeadoras”, sostiene Gerardo.
Andrés Terán 662.
Villaseñor

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